viernes, 1 de noviembre de 2013

UN PAR DE MINUTOS

Cada cierto tiempo suelo hacerme preguntas acerca de lo que quiero, creo y pienso, es una manera de sentirme vivo y convencido de que amo lo que amo y que estoy en donde quiero estar, una autoevaluación periódica es como le llama mi abuelo, siempre dice que debemos dedicarle tiempo al tiempo y hoy precisamente es eso lo que quiero preguntarme, Tiempo, ¿Qué es eso?, de inmediato fui al diccionario de la RAE y termine un poco más perdido… es una medida, una magnitud, una secuencia, en fin, tiempo es un concepto muy amplio pero seguro que cada uno de nosotros tiene su propia definición de tiempo, mi Papá decía que “El tiempo vale más por lo que trae consigo, que por lo que ya se ha llevado” obvio razonamiento pero casi siempre lo olvidamos, también decía que “El Tiempo se termina convirtiendo en todo aquello en lo que decidimos invertirlo”, invertir… que buena palabra…

El tiempo es un regalo del Cielo y cada segundo vale, es como si cada día en ese segundo mágico… 00:00:00 en el que hoy se convierte en pasado y mañana en presente… fuese hecho en nuestra cuenta de vida un depósito de 86,400 segundos y sin opción alguna nos volvemos administradores de ese tesoro, de ese preciado material, de ese maravilloso recurso, ahora bien ¿con quién comparto este tesoro? ¿Qué valor tiene asignado cada segundo de mi vida? Aquí es donde empiezo a hacerme bolas yo mismo…

Todo está sometido y vinculado al tiempo, el tiempo es literalmente vida y todo se compra con vida o sea con tiempo, hablando de tiempo hace unas semanas tuve la fortuna de conocer a una persona genial, quien con su sola presencia me ha ayudado a aprender un par de lecciones que seguro me han hecho sonreír, la manera en la que la conocí es un total desatino del destino, al principio pensé que podía ser una broma de la vida… cada día después de conocerla voy convenciéndome de que es así… Dios quiso jugarme una broma…

Todas las lecciones se compran con tiempo, a los 16 años mi papá me hizo una serie de preguntas un poco extrañas en ese momento, ¿cuál es la pasión de tu vida? Sin esperar y sin pensar, respondí, el fútbol y escribir… La siguiente pregunta fue, ¿dejas de comer por escribir y jugar fútbol?  No siempre, respondí pensándolo un poquito más…  ¿Dejas de dormir por jugar fútbol y escribir? Un Rotundo NO salió de mi boca…  creo que mi papá no tenía nada más que preguntar y por eso concluyo la conversación con un… cuando encuentres tu pasión sabrás reconocerla. Pensé que la comida y el sueño no tenían absolutamente nada que ver con mi pasión, sin saber que bastaría poco tiempo para darme cuenta que estaba equivocado, hoy sé que tiene todo, absolutamente todo que ver… 

Mi abuelo un señor de unos ochenta y tantos años, me hizo exactamente las mismas preguntas hace unos meses… mis respuestas han cambiado… al responderle, él concluyo la conversación de una manera diferente… diciendo La encontraste, Ya tenés una razón para vivir y disfrutar esta vida que es muy dura, aprende que la fuerza para vivir no es tuya, viene del cielo y nada será  jamás tan fuerte para robarte la sonrisa para siempre, así que viví cada instante con pasión…

Encontrar mis pasiones ha sido una maravillosa aventura, se hizo difícil con tantas cosas por hacer ahora como “adulto”, pero al fin encontré ese combustible que hace brillar mis ojos, que me da aliento para disfrutar de cada segundo de mi existencia, entendí que todos percibimos de diferente manera el vivir, supe que para muchas personas jamás nada será suficiente, que otros son felices con el hecho de tener a su lado a la personas que ama, otras personas logran ser felices con los detalles más sencillos, descubrí que hay gente que puede pagar con la vida entera el precio de ver crecer a las personas amadas, comprendí que para otras personas, unos segundos de plenitud pueden pagarse con cientos de minutos de espera o trabajo… hace unos pocos días yo tuve la oportunidad de comprobarlo, no supe qué hacía en ese lugar, una calle oscura, dos café fríos, un lápiz, una libreta para dibujar, la batería del celular agotándose rápidamente, era todo un cóctel de cosas curiosas, parecía que no sería una noche tan buena al decir verdad, pero ¿Quién tiene el poder de ver el futuro? Ahora sé que a veces esperar y dejar de interactuar con la vida entera, vale la pena, cuanto tiempo estas dispuesto a invertir para obtener o hacer lo que quieres, lo que sueñas, lo que amas… descubrir lo que yo estaba dispuesto a hacer, me sigue sorprendiendo…

Allí estaba yo, haciendo lo que NO hago, haciéndolo a propósito, remodelando mi entorno, iba a ese lugar por una experiencia que sólo podía imaginar, pero sin planearlo, sin pensarlo, obtuve una experiencia completamente diferente, que por supuesto no imaginé… tres horas y media, sentado, pocas cosas que hacer, quise esperar… crear, dibujar o escribir, no puedo creerlo, 210 minutos fueron el precio para 120 segundos justo enfrente de esta persona, algo que no era tan trascendente, hasta el momento de verla salir por esa puerta, salir del carro, saludarla y acto seguido congelarme al ver su sonrisa, eso era todo, una sonrisa era todo lo que el momento necesitó para ser completamente diferente, quizá fue un poco más de dos minutos o quizá un poco menos, pero no supe qué pensar, tal vez debí dejar de pensar y vivir este momento con pasión, pero ¿cómo se consigue eso?, aun no lo sé, no imagine que una mirada valdría tantos minutos de espera, hay cosas que solo se pueden experimentar una vez en la vida… verla enfrente de mí, quizá sea de esas… o quizá no, ya no está en mis manos, pero me desconectaría de la vida otros 210 minutos para poder decirle frente a frente que con su mirada y sonrisa he aprendido que existen cosas que solo suceden, sin planearlo y logré descubrir que hay personas que pueden hacer salir de mí, cosas que ni yo sabía que existían, tal vez… si, quizá no… sólo sé que decidí hacer lo que quise hacer, decidí invertir mi tiempo, decidí esperarla, decidí darle un valor a mis segundos, no sé si ella volverá a estar frente a mí, pero al final de este día… qué sé yo de todo esto… si con tanta letra, sólo puedo rescatar que esa noche, dejar 210 minutos de vida… fue el precio justo por verla sonreír…
  

Haroldo Martínez

1 comentario:

  1. Cuán importe es el valor que le damos a esos minutos de nuestra vida, no sólo por el hecho de vivirlos, sino el significado de lo que en cada uno de ellos hacemos. No necesitamos 24 horas para vivir a plenitud, segundos bastan para dejar huella en los recuerdos del alma; similar a esas respiraciones de las cuales no te das cuenta hasta el momento que suspiras y sientes lo agradable que es vivir.

    ResponderEliminar