martes, 22 de mayo de 2012

Blanco, Gris y Lluvia

Hace unos días tuve la oportunidad de colaborar con una gran escritora, su nombre es Majo Campos, me permitió "ponerle mi toque" a una fabulosa historia... hoy es un honor poder compartirla con ustedes... Gracias Majo!!!
Gracias también a La Editora, gracias por las porras y por creer que esto es arte… ahora si… ahí se las dejo…

Blanco, Gris y Lluvia
Caminando en mí cuidad, estas calles guardan grandes secretos, cada ladrillo cuenta una historia diferente, desde risas, llantos, paseos, besos, enojos, hasta gritos desesperados provenientes del alma de una mujer. Las tardes lluviosas hacen que estas calles guarden más misterios, niños corriendo y esa tenue sombra que nos cubre después del aguacero; Si tan solo una de estas calles cobrara vida y nos pudiera contar sus anécdotas, aseguraría horas y horas de nuestra atención, no faltan los murmullos de los vecinos contando algunas de estas historias, la que más me atrae sin duda, es la historia de La Mujer del Vestido Blanco; cuentan que su sonrisa es comparable únicamente con el sol, su mirada es una constelación de estrellas, su piel suave como roce de viento, bella como ninguna; Siempre con su vestido reluciente que se puede observar desde cualquier sitio, blanco como la nieve del frio invierno de noviembre, como la luna llena, larga cabellera hasta la cintura; La belleza de esta mujer era tan grande que todos los vecinos de estas calles no dejan de extrañarla, feliz de la vida caminaba cantando bellas y dulces melodías, maravillosas sonrisas que son suficiente razón para hacer que el más duro corazón se doblegará ante su voz, los árboles danzaban al compas de sus pasos… las aves emprendían vuelo tras el mágico perfume de su respiración… si, así es ella…

En estas calles de mi cuidad no puede faltar ese señor de boina, barba, lentes y bastón. El mismo que todas las tardes sale a tomar café, consolando a la lluvia y a aquel amor por el cual sigue sonriendo, ese amor que por años ha guardado en su corazón; Es interesante, sentarse en la mesa junto a este señor, siempre se acercara y te contara de ese amor que aun respira, de como juntos cumplieron la promesa hecha en el altar; cuenta que en muchas de estas calles él paseaba con su amada, era ya una costumbre ver como caminaban a lo largo de las calles, tomados de la mano; Al caer la noche, éste le dedicaba serenatas y poemas extraídos de su corazón, no hubo persona que no pudiera apreciar el amor de estos dos, aun sonríe sin parar, una de esas sonrisas le arranca un suspiro; Una mañana del pasado otoño, él supo que significaba “hasta que la muerte los separe”, el corazón de los dos amantes tuvo que separarse y dejo a su amada emprender el viaje, al que todos estamos destinados, a pesar del poco tiempo de lo acontecido, en su corazón aun reina la sonrisa y la alegría de tan solo pensar en aquel amor que la vida le regalo. Dicen que desde ese otoño, cada día a las 6 de la tarde es inevitable no asomar la cabeza por la ventana y observar como el aire juega con sus canas y sus manos, recordando a su amor… a esa mujer del vestido blanco, tan hermosa ella, tan hermosa pareja, un gran hombre… si, así es él…

Paso a paso, bajo la brisa voy llegando a un pequeño y colorido parque, es notable como las calles piden a gritos que sus historias sean reveladas; se escuchan susurros de viento, entre ellas se cuentan sus secretos y anécdotas, cada una de las calles grita al viento, sonidos mudos de misterio dejando constancia de cada persona que transita por ellas en este momento, la señora de falda a cuadros, ya perdió la cuenta de cada escena bajo sus zapatos, historias de amor que desfilan por estas calles con tantos gestos inspirados en besos, abrazos, sonrisas y miradas, tantas personas han andado por estas calles, hay risas sueltas en el ambiente, recuerdos que hacen que se me erice la piel y que la ciudad se vuelva un lugar mágico… Seguiré este hermoso recorrido por estas calles, inmediatamente puedo ver como las señoras de estos rumbos murmuran e intercambian miradas, diré informativas por llamarlas de algún modo, vestidas con faldas y delantal, un poco de rubor en las mejillas, como todas las tardes, salen a las terrazas de sus casas a hablar entre sí sobre últimos acontecimientos del barrio, las acompañan las aves, quienes son sus fieles testigos y en sus alas guardan uno a uno sus secretos, sus cantos, sus sueños, penas y alegrías. La belleza desgastada con los años se nota en sus mejillas pero siempre será un espectáculo como estas señoras reciben a sus trabajadores maridos, con una sonrisa sujeta al corazón.


Mis pasos me han traído a este lugar, por fin llego al callejón, no lo recordaba tan oscuro, se puede observar al fondo esa puerta con un pequeño letrero el cual con el paso de los años ha dejado de ser legible, esa era la casa de ella, esa niña que siempre me dejo sin aliento, de bella sonrisa, a este lugar lo rodean cuadros que reflejan los días en los que la ciudad se llena de color, gracias a la primavera, pero lo más sobresaliente en el callejón es una bicicleta de color poco común, si, claro que reconozco a esta bicicleta, la bici de mi amigo, quien ahora es todo un marinero; Con las llantas pinchadas, el timón desgastado, ésta fue testigo de nuestras risas de niños, cómplice de tantas travesuras y de la inocencia con la que jugábamos, entre el lodo y charcos, sabiendo que al llegar a casa todo se tornaría en un fuerte regaño por parte de su Padre, con el pasar del tiempo los niños fueron creciendo hasta convertirse en lo que hoy son, la bicicleta fue su fiel acompañante, pudo apreciar como su dueño paso de ser un niño a un joven y de esto a ser un marinero, a pesar de los años, él olvido su bicicleta, pero ella aun recuerda entre sus cadenas oxidadas, al niño quien por años hizo que esta se sintiera viva, con quien recorrió miles de kilómetros, es una fortuna que escuchara los sueños de este niño, que un día prometió volver por su bicicleta para recorrer de nuevo las calles empedradas de estos callejones... yo ya estoy aquí… ¿y él?

Una ciudad marcada por muchas risas y aventuras, me invita nuevamente a sentarme en aquella mesa junto a aquel hombre a beberme una copa de vino para deleitarme de sus historias más profundas y aun que dedicara mi vida entera a comprender los porqués de esta ciudad, el tiempo no me alcanzaría. Esquivando las miradas de los habitantes trato de recopilar todas las historias de este lugar, intentando que el silencio hable. Este hombre de boina café ha sido mi sombra a lo largo de este viaje, a cada paso lo he sentido en mis venas, formando parte de las historias que cada una de estas piedras tiene escondidas. Justo antes de finalizar este viaje me deleito de la música de esta vieja ciudad, del sonido de las cuerdas del violín y las dulces notas de la flauta, de momento, sin previo aviso, una silueta ha roto la calma de esta tarde, la rutina de mi ciudad, es ella, la niña que vivía en el callejón aquel, un listón sostiene su cabello que solo el viento logra acariciar, un bello abrigo y botas, es ella a quien jamás olvide, quien por llamarla de alguna manera, le diremos con permiso de aquel viejo, mi mujer del vestido blanco, “corre y dile que la invitamos a un café” me dice el señor de la boina, “apúrate patojo, que justo aquí empezó mi historia” recordó con una gran sonrisa en su rostro… y yo, empiezo a caminar hacia ella…

Blanco, gris y lluvia son los colores de mi ciudad, disfruto de este, como jamás disfrute de ningún otro paseo, sonrío al caminar por mis calles, mi corazón, cuaderno y cámara en mano, me acompañó una sombrilla y un abrigo en este recorrido, buscando más historias, eternamente enamorado del misterio que estas calles ocultan, sintiendo la brisa sobre mi rostro y el frio se envuelve en mi cabello, dejándome con sed de saber más, ansío volver a dormir en la misma vieja habitación de la calle principal donde una mujer llena de sonrisas me recibe con un fuerte abrazo y un “mijo como está de grande”, una sonrisa que no se puede ocultar, nuevas vecinas llenas de vanidad no comprenden lo que este momento significa para mi y tabaco en mano empiezan a circular los rumores de un retorno; Las calles de mi ciudad y sus viejos caminos iluminados por sus luces opacas que siempre me envolvieron para no dejarme ir, así es mi cuidad, así es la historia del viejo y bella de vestido blanco… y la nuestra, ¿Cómo será?, si está a punto de empezar…