Cada cierto
tiempo suelo hacerme preguntas acerca de lo que quiero, creo y pienso, es una
manera de sentirme vivo y convencido de que amo lo que amo y que estoy en donde
quiero estar, una autoevaluación periódica es como le llama mi abuelo, siempre
dice que debemos dedicarle tiempo al tiempo y hoy precisamente es eso lo que
quiero preguntarme, Tiempo, ¿Qué es eso?, de inmediato fui al diccionario de la
RAE y termine un poco más perdido… es una medida, una magnitud, una secuencia,
en fin, tiempo es un concepto muy amplio pero seguro que cada uno de nosotros
tiene su propia definición de tiempo, mi Papá decía que “El tiempo vale más por
lo que trae consigo, que por lo que ya se ha llevado” obvio razonamiento pero
casi siempre lo olvidamos, también decía que “El Tiempo se termina convirtiendo
en todo aquello en lo que decidimos invertirlo”, invertir… que buena palabra…
El tiempo es un
regalo del Cielo y cada segundo vale, es como si cada día en ese segundo
mágico… 00:00:00 en el que hoy se convierte en pasado y mañana en presente…
fuese hecho en nuestra cuenta de vida un depósito de 86,400 segundos y sin
opción alguna nos volvemos administradores de ese tesoro, de ese preciado
material, de ese maravilloso recurso, ahora bien ¿con quién comparto este
tesoro? ¿Qué valor tiene asignado cada segundo de mi vida? Aquí es donde
empiezo a hacerme bolas yo mismo…
Todo está sometido y
vinculado al tiempo, el tiempo es literalmente vida y todo se compra con vida o
sea con tiempo, hablando de tiempo hace unas semanas tuve la fortuna de conocer
a una persona genial, quien con su sola presencia me ha ayudado a aprender un
par de lecciones que seguro me han hecho sonreír, la manera en la que la conocí
es un total desatino del destino, al principio pensé que podía ser una broma de
la vida… cada día después de conocerla voy convenciéndome de que es así… Dios
quiso jugarme una broma…
Todas las lecciones
se compran con tiempo, a los 16 años mi papá me hizo una serie de preguntas un
poco extrañas en ese momento, ¿cuál es la pasión de tu vida? Sin
esperar y sin pensar, respondí, el fútbol y escribir… La siguiente pregunta
fue, ¿dejas
de comer por escribir y jugar fútbol? No siempre, respondí
pensándolo un poquito más… ¿Dejas de dormir por
jugar fútbol y escribir? Un Rotundo NO salió de mi boca…
creo que mi papá no tenía nada más que preguntar y por eso concluyo la
conversación con un… cuando
encuentres tu pasión sabrás reconocerla. Pensé que la comida y el sueño no
tenían absolutamente nada que ver con mi pasión, sin saber que bastaría poco
tiempo para darme cuenta que estaba equivocado, hoy sé que tiene todo,
absolutamente todo que ver…
Mi abuelo un señor de
unos ochenta y tantos años, me hizo exactamente las mismas preguntas hace unos
meses… mis respuestas han cambiado… al responderle, él concluyo la conversación
de una manera diferente… diciendo La encontraste, Ya tenés una razón
para vivir y disfrutar esta vida que es muy dura, aprende que la fuerza para
vivir no es tuya, viene del cielo y nada será jamás tan fuerte para robarte
la sonrisa para siempre, así que viví cada instante con pasión…
Encontrar mis
pasiones ha sido una maravillosa aventura, se hizo difícil con tantas cosas por
hacer ahora como “adulto”, pero al fin encontré ese combustible que hace
brillar mis ojos, que me da aliento para disfrutar de cada segundo de mi
existencia, entendí que todos percibimos de diferente manera el vivir, supe que
para muchas personas jamás nada será suficiente, que otros son felices con el
hecho de tener a su lado a la personas que ama, otras personas logran ser
felices con los detalles más sencillos, descubrí que hay gente que puede pagar
con la vida entera el precio de ver crecer a las personas amadas, comprendí que
para otras personas, unos segundos de plenitud pueden pagarse con cientos de
minutos de espera o trabajo… hace unos pocos días yo tuve la oportunidad de
comprobarlo, no supe qué hacía en ese lugar, una calle oscura, dos café fríos,
un lápiz, una libreta para dibujar, la batería del celular agotándose
rápidamente, era todo un cóctel de cosas curiosas, parecía que no sería una
noche tan buena al decir verdad, pero ¿Quién tiene el poder de ver el futuro?
Ahora sé que a veces esperar y dejar de interactuar con la vida entera, vale la
pena, cuanto tiempo estas dispuesto a invertir para obtener o hacer lo que
quieres, lo que sueñas, lo que amas… descubrir lo que yo estaba dispuesto a
hacer, me sigue sorprendiendo…
Allí estaba yo, haciendo lo que NO hago, haciéndolo a
propósito, remodelando mi entorno, iba a ese lugar por una experiencia que sólo
podía imaginar, pero sin planearlo, sin pensarlo, obtuve una experiencia
completamente diferente, que por supuesto no imaginé… tres horas y media,
sentado, pocas cosas que hacer, quise esperar… crear, dibujar o escribir, no
puedo creerlo, 210 minutos fueron el precio para 120 segundos justo enfrente de
esta persona, algo que no era tan trascendente, hasta el momento de verla salir
por esa puerta, salir del carro, saludarla y acto seguido congelarme al ver su
sonrisa, eso era todo, una sonrisa era todo lo que el momento necesitó para ser
completamente diferente, quizá fue un poco más de dos minutos o quizá un poco
menos, pero no supe qué pensar, tal vez debí dejar de pensar y vivir este
momento con pasión, pero ¿cómo se consigue eso?, aun no lo sé, no imagine que
una mirada valdría tantos minutos de espera, hay cosas que solo se pueden
experimentar una vez en la vida… verla enfrente de mí, quizá sea de esas… o
quizá no, ya no está en mis manos,
pero me desconectaría de la vida otros 210 minutos para poder decirle frente a
frente que con su mirada y sonrisa he aprendido que existen cosas que solo
suceden, sin planearlo y logré descubrir que hay personas que pueden hacer
salir de mí, cosas que ni yo sabía que existían, tal vez… si, quizá no… sólo sé
que decidí hacer lo que quise hacer, decidí invertir mi tiempo, decidí
esperarla, decidí darle un valor a mis segundos, no sé si ella volverá a estar
frente a mí, pero al final de este día… qué sé yo de todo esto… si con tanta
letra, sólo puedo rescatar que esa noche, dejar 210 minutos de vida… fue el
precio justo por verla sonreír…
Haroldo Martínez